domingo, 25 de enero de 2009

Kerviel, el Jugador

"Conseguía astronómicas ganancias y eso me producía, a veces, un placer orgásmico". Este es el relato de Jérôme Kerviel, ex inversor del banco francés Société Générale, responsable de pérdidas por valor de 4.900 millones de euros, convertido en pocos días en celebridad mundial, un año después de que se destapase el caso."
De una nota aparecida en el periódico El País

…una sed ardiente del riesgo me invadió de pronto, sin que el amor propio mediase en ello. Quizás estas sensaciones múltiples, lejos de saciar el alma, no hacen más que irritarla y hacer que exija sensaciones nuevas, cada vez más intensas, hasta el agotamiento total.
Dostoyevski, El Jugador

El especulador está ahí para tomarle el pulso al mundo, para desanudar los hilos que otros van tendiendo y que él será más hábil en mover. Cierra los ojos y casi puede sentir la vasta red que se extiende alrededor, como un cuerpo que despierta de un profundo sueño y que ahora ve desperezarse para, un segundo después, enloquecer con los gritos de todos esos otros que, como él, tratan de arrancarle sus secretos.

"Kerviel, de 32 años, reconoce que perdió "el sentido de la realidad" pero que su éxito inicial le aseguraba el consentimiento del banco. El joven inversor asegura que el 7 de julio de 2005, tras los atentados terroristas en Londres, que llama el "premio gordo", hizo "500.000 euros en unos segundos" apostando a la baja por las aseguradoras. "Estaba exultante" continúa "pero me di cuenta de que no estaba bien porque había gente que había sido atacada con bombas. Corrí al baño y vomité".
Sin embargo, Kerviel dice que se recuperó de este "momento de debilidad" y siguió con sus prácticas durante otros dos años y medio. "

Presa de una especie de fiebre, puse todo ese dinero en el rouge y, de pronto, recobré la conciencia. Fue la primera y única vez que durante esta sesión de juego el estremecimiento del miedo me poseyó, traduciéndose en un temblor de las manos y los pies.
Sentí, con horror, lo que significaba para mi perder en aquel momento.
-Rouge! –cantó el crupier.
Dostoyevski, El Jugador

El jugador ha hecho su elección y ahora un sudor frío recorre el cuerpo; una tensión que va cayendo en bloques y que no habrá de detenerse sino hasta el instante en que el azar muestre su rostro. Ganar o perder, un ahogo, un temblor, una obsesión, una mano que tiembla y que lucha contra si misma tratando de mostrar calma; la sonrisa petrificada del jugador enmudecido y la mano que avanza y coloca fichas en el punto de elección; en el tapete verde que se torna en espejismo, en un viento seco que no le deja respirar. Y la ruleta gira y el mundo alrededor se petrifica hasta que el azar enseña su rostro múltiple y escupe su sentencia.


Era el momento de marcharme, pero un ansia extraña se apoderó de mi. Experimentaba una especie de deseo de desafiar la suerte, de hacerle burla, de sacarle la lengua. Arriesgué la mayor postura permitida, cuatro mil florines, y perdí. Luego. Poseído por la exaltación, saqué todo el dinero que me quedaba, hice la misma postura y perdí del mismo modo.
Dostoyevski, El Jugador

No hay comentarios.: