miércoles, 25 de marzo de 2009

La llamativa quietud del Sol

En Babilonia ya había observadores que contaban,
a simple vista,
las manchas en el Sol,

El Sol está muy tranquilo,
demasiado tranquilo,
y su prolongada quietud
sorprende.

Los científicos
están aprovechando la quietud relativa del Sol

para avanzar estudiar

los modos de vibración

o las eyecciones de masa solar.



Palabras tomadas al vuelo de un artículo aparecido en el País.
El orden en que se distribuyen en el texto es mío.

El artículo se puede leer completo en:
http://www.elpais.com/articulo/futuro/llamativa/quietud/Sol/elpepusocfut/20090325elpepifut_1/Tes

martes, 24 de marzo de 2009

Como un pez fuera del agua

¡Apaga ya la luz, pinche Jagger!

Desde lejos escucho que me gritan pero esos güeyes no saben ni de mi miedo ni de mi lucha porque yo llego todas las noches al cuarto y la única forma de hacer que eso que hay en la cama desaparezca es rociarlo de luz y que ésta queme todas las formas que se agitan en la oscuridad y que se animan tan pronto llego al cuarto y me huelen y entonces tengo la impresión de que abren sus bocas y se revuelven desde la cama como animales hambrientos que lo único que quieren es que yo me descuide y me deje caer sobre la cama para desde ahí envolverme con sus brazos y abrir sus inmensas bocas oscuras que no tardarán en devorarme…

El pinche Jagger está loco. Siempre llega después de la medianoche y el güey casi se avienta sobre el apagador para encender la luz. Después se queda mirando el foco, inmóvil, sin escuchar nada…

…el hambre está creciendo y la cosa despierta apenas cierro los ojos y yo ya casi no puedo dormir… cierro los ojos y entonces siento como si me acostara sobre una red de venas por las que de pronto la sangre corre nuevamente y escucho un murmullo que me anuncia que se están recobrando de la luz y yo abro los ojos y doy un salto y enciendo la luz antes de que sea demasiado tarde…

Desde hace varias noches que el Jagger se levanta gritando y vuelve a prender el foco… al Oso y mi ya nos tiene hasta la madre y no nos sorprende que él mire el foco y boqueé por horas como lo hace un pez fuera del agua…

…sé que ahora soy yo quien tiene que llenarse de luz tragarla y sentirla entrar dentro de mi para iluminarme y llenar todo mi cuerpo y mis venas con esa luz que los quema y los ahoga y ahora voy a ser yo quien los va a derrotar de una vez y para siempre…

Desde el dia en que el Jagger desapareció, el Oso y yo no hemos querido acercarnos a su cama. Llegamos cada tarde y sentimos que hay que encender la luz y olvidarnos de los gritos del Jagger. No vaya a ser que un día nos pase lo mismo que le pasó a él, que en la noche en que se fue, gritó como nunca lo había hecho antes de ponerse a boquear como un pez fuera del agua.

jueves, 19 de marzo de 2009

El traje y la gran percha del mundo


Ya con los primeros signos de razón tenemos, atentos, la posibilidad de explorar el mundo que nos han endosado como un traje gastado y raído, demasiado pequeño o demasiado grande para nosotros, pero en cualquier caso raído y desgarrado y usado y apestoso por todas partes, y que, por así decirlo, han descolgado de la gran percha del mundo y nos han dado, toda esa superficie exterior y luego también interior, y de sondear por fin cada vez más hondo, hacia abajo y hacia adentro, a fin de llegar a las posibilidades de hacer de este mundo que no es el nuestro el nuestro, toda nuestra existencia no es otra cosa que una existencia concentrada en esas posibilidades, o sea en cómo, de qué manera cambiaremos, cambiaremos finalmente, ese mundo que no es el nuestro…

Thomas Berndhard, de la novela "Corrección".

martes, 3 de marzo de 2009

En el País de "No Pasa Nada"


Lo dice, lo sugiere Pedro Miguel en su blog http://navegaciones.blogspot.com/: México es el País del "No Pasa Nada". Y no es porque en verdad no suceda nada (más bien, todo lo contrario) sino porque existe un inmenso esfuerzo, continuo, infatigable, por parte del Estado Mexicano y sus voceros, de transmitir una visión de un país diferente al que vivimos todos los días. En este país, los dramas de la realidad vivida rara vez son como nos los presentan. Aquellos, los presentados, nunca o casi nunca son altisonantes. En esos mensajes, hay siempre algo que los despoja de los gritos, de la crispación, del horror moral que los inflama, rojos, explosivos, duros, llenos de dolor e infamia. Los mensajes, así, se dulcifican, se acallan, se suspenden en el aire como pompas de jabón, inocuas. Una de sus virtudes es la de parecer breves, la de tener una vida que sólo se mantiene por algunos minutos, brevísimos, antes de desaparecer detrás de algo que es siempre más amable o, algunas veces, para ocultarse en medio de una sucesión de hechos, dolorosos también, que a golpe de repetición van perdiendo su dureza: el horror que se disipa en su reflejo, interminable. Contra esa realidad, contra la intangibilidad de esa mentira, pocos son capaces de luchar. ¿Cómo se puede luchar contra algo que no se ve, que minuto tras minuto se escapa, se oculta, se esconde tras una gran sonrisa? Porque, usted puede preocuparse por todo lo que pasa aquí, pero no debe olvidar que uno de los valores más sagrados de este país es el optimismo, el de la felicidad declarada y a prueba de desgracias. País del ya ni modo, del a mi todo me vale madres, del a mi no me alcanzan todas esas chingaderas. Y efectivamente, hay una voz, siempre lista a responder ah, qué ha perdido el empleo, no importa: mantenga una actitud positiva y con seguridad encontrará algo mejor. ¿Tiene miedo de quedar atrapado en un fuego cruzado o a que el hampa lo ponga en la mira? Tenga confianza. El ejercito patrulla las calles y pronto erradicarán la muerte y la violencia. ¿No le alcanza para pagar sus deudas? Restructurelas, negocie, no pierda la fe. ¿Encontró muerto a un hermano, padre o hijo? Queda la justicia divina y en este momento usted también deja de existir: si a usted yo no lo nombro, si lo dejo de ver, tampoco nadie más lo verá; aprenda a vivir, en silencio, con su dolor.
sksksksks
Para cada preocupación, para cada temor, existe siempre algo capaz de convocar la calma y la felicidad, aunque ésta sea pasajera. Ya nos encargaremos de que esa momentanea felicidad perdure hasta la siguiente angustia, inaplazable, pero también instantánea. Después, volverá la alegría.
ajajaj
En un país así, cualquier revolución debería de iniciar por la verdad. ¿Qué pasaría si todos se confabularan para no escuchar ya las mentiras, para enfrentar y nombrar sólo la verdad?

domingo, 1 de marzo de 2009

Incendios

Acababa de cumplir 21 años cuando empezaron los sueños que habrían de acompañarme los siguientes 17 años. La sensación inicial era siempre la de calor en el rostro; después, una especie de marea roja inundaba mi campo de visión y todas las imágenes se calcinaban en un mar encendido en el que ciudades enteras, bosques, animales y personas acababan reduciéndose a cenizas. Las llamas me envolvían y yo despertaba empapado en sudor, tratando de jalar aire en enormes bocanadas, como un pez al que hubiesen expulsado precisamente de ese mar de fuego del que acababa de escapar. Y era sólo al despertar cuando sentía la realidad de esa extraña presencia que me acompañaba en cada sueño. Se trataba, en un inicio, de un hombre parecido a mí que aparecía sentado a mis espaldas. Con cada año que avanzaba sucedió que el extraño personaje ganaba en juventud. Al principio no lo entendí y pensé que esa peculiaridad era una más de las rarezas de esos incendios que eran siempre diferentes; no fue sino hasta que habían transcurrido alrededor de 5 años cuando fui consciente del fenómeno. Así, en los años que siguieron, fui dándome cuenta de la forma en que ese personaje continuaba el viaje a través de la adolescencia hacia su infancia. En tanto yo, cada vez mayor, me esforzaba por no perder esa lucha silenciosa contra las infinitas variedades de un incendio.
El último sueño ocurrió el año pasado. Recuerdo que en esa ocasión sentí por primera vez que el incendio soñado estaba a punto de ganarme la partida. Justo cuando las llamas me empezaban a abrasar los ojos, ese niño que debía de estar alcanzando la misma edad que yo tenía cuando perdí a mis padres, se puso en pie y se lanzó corriendo hacia el incendio. Recuerdo que en vano traté de detenerlo. Las llamas simplemente lo engulleron y, un segundo después, el incendio se apagó.
Desde entonces no he vuelto a soñar con un incendio. ¿Será porque, ahora lo sé, ya no queda nada que abrasar; ahora que las llamas lo han consumido todo en un abrazo?