martes, 8 de enero de 2008

La anciana y el bebé

Rostro enjuto, piel terrosa; veo a una anciana que alimenta a su bebe. En forma mecánica, lleva la cuchara de un frasco de papilla a la boca sin dientes del infante quien, furioso, patalea y gime en los instantes que separan un bocado del siguiente. Tengo la impresión de que la mujer está en otro lugar, lejos del bebe y de su ansiedad. Así, sin dedicarle una mirada, continúa pausadamente su labor: frasco boca boca frasco.
De pronto, la mujer parece darse cuenta de algo y la cuchara queda suspendida entre el frasco de alimento y la boca siempre abierta del bebe. Veo entonces a la anciana lanzar una rápida mirada al rostro encendido del pequeño para luego, llevar la cuchara hacia su propia boca que se abre oscura, desdentada. Apenas toca la lengua el alimento, su rostro se transforma. Muecas de asco ahondan sus arrugas y la cuchara es arrojada al piso. La mujer tose y el bebe llora, enardecido.

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