viernes, 28 de diciembre de 2007

Dos Sueños

Sueño uno, dos hermanos.

Siempre uno al lado del otro, sin mirarse. De vez en vez, el menor es el que habla. Se esfuerza por parecer gracioso, por hacer bromas que, cuando no tienen ningún eco, le hacen encogerse de hombros antes de hundirse en un silencio abrumador. Entonces, con la cabeza baja, mete las manos en las bolsas y trata de no alejarse de su hermano, de caminar cerca de él.
El tiempo pasa y el viento aligera la carga de silencio, lo erosiona. El sonido de los pasos, uno detrás de otro y, de repente, otra broma. Esta vez, el mayor suelta una carcajada y el menor da pequeños saltos antes de arrojarse, con lo ojos brillantes, a los brazos de su hermano. Eufóricos se abrazan y el mayor, tras unos segundos, besa a su hermano en la mejilla para después tomarlo de los hombros y, con firmeza, alejarlo de él.
Los hermanos no se miran.
Reanudan su marcha. En silencio, hasta la siguiente broma.


Sueño dos, un viaje

Veo el mapa de un país y sé que la marcha está por comenzar. El trayecto es largo y peligroso, a través de bosques y ciudades destruidas, siempre a la vera de un río que atraviesa el territorio de sur a norte. Estoy preocupado porque no quiero exponer a mi familia. La guerra terminó hace poco tiempo y, en su disolución, los ejércitos dejaron tras de si zonas altamente radioactivas; lugares aún no identificados que guardan, en su respiración, el soplo de la muerte. Temo no ser capaz de eludir las zonas de peligro.
La marcha comienza.

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