lunes, 25 de mayo de 2009

Trofeo de Caceria

JJJJJ
“… siempre eran sólo dos, pero esa noche se les unió un tercero…”
JJJJJ
Lo hacíamos sólo algunas noches y, en los últimos años, en realidad eran muy pocas. Era algo que se tenía que dar de forma natural, cuando el hartazgo de los días sin tregua y la contención que debiamos mantener en el trabajo nos hacía, de pronto, mirarnos unos a otros y reconocer en nuestra expresión esa señal, esa misma hambre de locura y destrucción. Nos habíamos conocido en la universidad y ya antes de emprender nuestras respectivas carreras políticas, habíamos creado nuestro juego, sus reglas, su ley particular. En la universidad, “nuestra fiesta” era el cierre con el que nos despedíamos de las largas temporadas de preparación y exámenes. Así, tarde o temprano llegaba la noche que habíamos elegido previamente y entonces extraímos nuestras máscaras de lobos y salíamos a la calle. La “fiesta” comenzaba cuando encontrábamos al primer indigente o vagabundo.
JJJJ
“… golpeaban salvajemente a la persona que elegían…”
KKKKK
Con los años, el juego se ha venido refinando. En aquellos tiempos, por ejemplo, simplemente nos abalanzábamos sobre la victima y la golpeabamos hasta que la extenuación y la euforia se mezclaba en esa sensación perdurable de locura, borrachera y saciedad. Ahora, el juego incluye el acecho, el disfrute de palpar el temor creciente de la víctima antes de acometer el ataque decisivo al que nadie puede resitir por mucho tiempo. Ya lo verás, te va a gustar.
KKKKK
“…desde que los vi acercarse al auto, me di cuenta de que me pedirían que los llevara a otra de sus “fiestas...”
LLLLL
Ahora, las labores de la política nos han obligado a que nuestras “salidas” sean muy pocas, pero esta noche de luna llena, una vez terminada la sesión, podremos salir a festejar. Uno de los guardaespaldas podrá acercarnos a la zona que hemos elegido y cuidar desde lejos esta “fiesta” que organizamos en tu honor.
KKKKK
“…me harté de estos señoritos, de sus voces de esa noche en la que festejaban la aprobación de una ley de protección. “Pero a nuestras cuentas en el banco. La gente, que se chingue”, los 3 gritaban y reían. Más tarde, cuando los vi acercarse a ese viejo sentí primero mucho frío y después como si una de esas máscaras de lobo se acercara a mi y me soplara su aliento en la nariz; me faltaba el aire y los brazos me temblaban. Recuerdo que saqué el arma y disparé”.
JJJJJ
“Como un trofeo de cacería, mira: esta máscara era la más nueva de las 3.”

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