sábado, 1 de marzo de 2008

Vidas y Obsesiones

Pequeños galería de personajes en los que la obsesión funde la vida; la abrasa.

Recojo estos trazos y los traigo aquí. Nada que agregar, por ahora.

Ferdinand Cheval (1836-1924). Caso paradigmático de artista marginal. Empleó 33 años en construir lo que él denominaba el palacio Ideal. El francés Cheval trabajaba de cartero. Un día de 1879, mientras hacía su ronda, tropezó con una piedra que, según aseguró, por su forma y características fue la inspiradora del palacio. Por la noche volvió a ese lugar a por más piedras. Durante los 33 años siguientes se dedicó a recoger piedras de forma “agradable”, aprovechando su ruta de cartero. Se las metía en los bolsillos, y al final utilizaba una carretilla. En una placa inscribió: “10.000 jornadas, 93.000 horas, 33 años de esfuerzos”. Lugar inhabitable, fruto de lecturas sin esquema y sueños angustiosos, el palacio que construyó posee capillas, laberintos, rosetones, cascadas, columnas, salas inútiles, frutas y árboles de piedra, todo remite al cielo y al infierno. Quiso ser enterrado en su palacio, pero las autoridades se lo prohibieron, entonces dedicó los días que le quedaban a construirse un mausoleo en el cementerio de Hauterives, en la provincia de Drôme, donde está enterrado. El palacio fue declarado en 1969 patrimonio cultural.

Daniel Johnston (1961). Músico y pintor de culto, nacido en Sacramento, California, hijo de cristianos fundamentalistas. Diagnosticado de una grave enfermedad mental, su primer internamiento se dio la misma noche en que la MTV le dedicara un programa. Ha grabado 26 álbumes, cientos de canciones en casete, y posee miles de dibujos en libretas en los que representa a sus héroes: Capitán América y The Beatles, pero como antropomórficas criaturas tocando un piano para niños. Se dio a conocer en la época en que regalaba sus grabaciones en casete en las calles de Austin. Músicos de reputado prestigio han mostrado su admiración por quien consideran un “genio de la pureza”. La fama le sobrevino cuando, en 1992, el fallecido cantante de Nirvana, Kurt Cobain, salió en la televisión con una camiseta de Daniel Johnston. Inmediatamente, miles de jóvenes de todo el mundo empezaron a preguntarse quién era ese hombre. De él se cuenta que tras una grabación empujó a una anciana desde un segundo piso, ya que “estaba poseída por el diablo”. En estos últimos años sus biógrafos lo ubican en Houston, en el garaje de la casa de sus padres, rodeado de montañas de cómics, donde, según afirma, se pasa el día componiendo canciones, fumando cigarrillos y soñando. En 2006 fue incluido en la Bienal del Whitney Museum of American Art, todo un hito, referente y esperanza para tantos otros artistas marginales. Se mantiene gracias a una estricta medicación.

David Nebreda (1952). El artista madrileño David Nebreda constituye quizá el caso más radical de obra y vida outsider, lo que en su caso son la misma cosa. Su obra consiste en series y series de autorretratos, nunca manipulados, hechos en la más absoluta reclusión, que suelen remitir a temas religiosos, siempre cargados de un claro simbolismo ascético, y con una fuerte presencia del autocastigo. Nebreda pinta con su propia sangre, y utiliza sus propios excrementos. Una de sus obras más conocidas es la de su rostro cubierto por excrementos, que acumuló durante tiempo en su nevera con ese fin.
Nebreda lleva una vida absolutamente aislada, no sale de su casa de dos habitaciones, no ve la televisión ni lee periódicos, no mantiene contacto social con absolutamente nadie. Diagnosticado de esquizofrenia, hace años que ha renunciado a cualquier medicación. No consume droga alguna ni legal ni ilegal, y lleva una estricta abstinencia sexual. Con una técnica fotográfica impecable, sus autorretratos son casi lo único que conocemos de él. No es el paradigma del artista “loco” y arbitrario. Al contrario, su vida es una mecánica organización. La crítica liga su tratamiento de las formas y de la luz a la obra de El Greco. La exposición individual que se le dedicó en París en 2000 lo dio a conocer al mundo como quizá el artista outsider vivo –conocido– más importante. Lo más probable es que ese dato Nebreda ni lo conozca.

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