lunes, 15 de octubre de 2007

Ojos azules

Ojos azules que me ven sin verme, que parecen detenerse en mis propios ojos sin tocarlos, que en un arduo trabajo de simulación escudriñan mi rostro sin hacerlo, plegando sus gestos de tal forma que acaso intentan decirme y ahora espero una respuesta. Él había pronunciado efusivamente las palabras huecas, sí, ¿cómo estás? e inmediatamente había iniciado el ritual; esa incómoda marea de fango azul en la que cada una de mis palabras se hundía sin dejar ningún rastro salvo el silencio que coleteaba detrás de cada frase y en el fondo azul de esos ojos que, a pesar de todo, no podían ocultar su desamparo; su empeño torpe por aparentar seguridad y la capacidad de mirar a través de mi y de mis palabras y de su propio ritual que a cada instante naufragaba.
No quise esperar más, le tendí la mano y esperé a que se alejara. No vi que en ningún momento volteara a devolverme la mirada.

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