Escuche una voz sin rostro que me decía lo que ves son todas las cosas que nunca has perdido y al oír esas palabras en mi mente resonó una pregunta que, sin entender por qué, repetí una y otra vez como si fuese un salmo ¿y entonces, dónde está todo aquello que he perdido o abandonado, en qué cuarto en qué espacio en qué lugar puedo encontrarlo? y no fue sino hasta que transcurrieron algunos minutos en que la frase volvía a comenzar en el aire y en mi boca, cuando tuve la súbita certeza de que la respuesta no estaba en otro lugar sino en uno de los objetos extraviados, perdidos, para siempre
El improbable origen de la metáfora
Hace 4 meses.
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