-Pinche Puto, eres un pinche puto.
Un mercado en la ciudad de México. Camino por los pasillos y escucho, de golpe, esas palabras, brutales, duras, estridentes. Busco de dónde vienen y tras algunos segundos observo a un hombre joven que toma de los hombros a un niño que no es mayor de los dos años. Veo sus enormes manos renegridas aferrarse a los hombros del pequeño y desde ahí, agitar todo su cuerpo. El niño se estremece, divertido. Después miro al hombre levantar al niño, atraerlo hacia su rostro y besarlo en los labios.
-Te dejas besar en la boca. Quién lo iba a decir que hasta puto me habrías de salir.
El niño sonríe.
Un mercado en la ciudad de México. Camino por los pasillos y escucho, de golpe, esas palabras, brutales, duras, estridentes. Busco de dónde vienen y tras algunos segundos observo a un hombre joven que toma de los hombros a un niño que no es mayor de los dos años. Veo sus enormes manos renegridas aferrarse a los hombros del pequeño y desde ahí, agitar todo su cuerpo. El niño se estremece, divertido. Después miro al hombre levantar al niño, atraerlo hacia su rostro y besarlo en los labios.
-Te dejas besar en la boca. Quién lo iba a decir que hasta puto me habrías de salir.
El niño sonríe.
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